Soy tu stalker número uno, fiel seguidor, te “likeo” todo y mi contraseña sigue siendo tu fecha de cumpleaños, son los nuevos piropos tecnológicos. 

En un mundo cada vez más digitalizado, la comunicación para ligar ha migrado a las redes y con ésta un nuevo lenguaje de seducción se ha gestado. 

Las flores que ayer se entregaban en la puerta de tu hogar y se marchitaban al cabo de dos semanas, son ahora los emojis de ojos con corazones. Regalar lencería, si alguna vez lo hiciste o outfits sexys para jugar tenis o hacer deporte, migró a la reacción de un fuego encendido.

Surgen espacios dedicados al ligue

Ligar por redes sociales se ha vuelto algo tan efectivo como un delicado arte. Y hay demasiados usuarios tropezando en este tipo de comunicación para invitar a alguien a salir o para mostrar su interés, que guías sobre cómo hacerlo se han publicado al por mayor. 

Para los usuarios y usuarias que buscan algo más efectivo o para quienes aún no entienden por completo el cortejo en esta modalidad, listas de qué hacer y qué no hacer en la conquista tecnológica se han difundido. En éstas se ha definido una forma que se bautiza como la “técnica del Gran Gatsby”. Como el protagonista de esta icónica novela de F. Scott Fitzgerald, lo hacía, organizaba grandes y lujosas fiestas para lucirse ante alguien más.

“Gatsbying” es cuando publicas algo en tus historias de Instagram con un remitente específico, pensando únicamente en que una persona lo vea y entienda la indirecta. Es decir, curar tu contenido para el usuario o usuaria en cuestión. 

Pero en las ambiguas tendencias de ligue del siglo 21, puede haber malentendidos o fallas en este tipo de comunicación. 

Una vez me encontré en una boda con alguien con quien me interesaba salir y que al no obtener respuesta de su parte después de reaccionar tres veces a su historia de Instagram con el emoji de aplausos y de 100, pensé que el interés no era recíproco. 

En esa boda me confesó que si hubiera sabido el mensaje hubiera salido conmigo pero para él esas reacciones, con esos específicos emojis, no significaban nada.

En este evento se abrió un debate entre los invitados de mi mesa, sobre qué reacción podría significar qué, y lamentablemente, no hubo una conclusión, pero sí un entendimiento mayor.

La curaduría en redes sociales puede ser engañosa. Aunque el contenido muestra tan sólo una parte de la realidad de la persona, usualmente una positiva que se quiere presumir, también permite conocer los intereses, gustos y hasta rutinas de los usuarios. Lo que representa una primera ventana para el acercamiento con alguien, funciona como un primer filtro, que se asemeja al aburrido “small talk”. Mismo que te podrías ahorrar, cómo preguntar “¿Qué haces?”, “¿A qué te dedicas?”, “¿Qué lugares frecuentas?”

Respuestas que generalmente se abordan en una primera cita.

Las redes sociales permiten saltarnos esa parte que a veces puede resultar rutinaria, y saber si podríamos ser compatibles con esa otra persona o no. Incluso, conocer el estatus en el que se encuentra, si está o no en una relación. 

Ligar por redes sociales es lo de hoy, pero abusar de esto puede derivar en consecuencias negativas. Tampoco se trata de saturar a la persona, si no utilizar este medio efectivamente, a través de comunicaciones afables y acercamientos inteligentes.

Por Valeria León (@valerialeony)

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