El matrimonio con uno mismo, no es una idea, es una realidad. 

El primer “Matrimonio con uno mismo” se efectuó hace dos años en Gran Bretaña, en donde una mujer en sus treintas decidió contraer nupcias con ella misma. 

El amor propio ahora tiene legalidad. Organizó una fiesta, se vistió de blanco y explicó que de esta manera ya la gente no le preguntaría por su pareja ya que podría decir que ya estaba casada. ¿Hasta dónde la sociedad relaciona el hecho de no tener pareja con algo que está mal contigo?

Para las mujeres esta presión es aún mayor. Incluso, los algoritmos de redes sociales lo revelan. Así le sucedió a Fernanda, quien continuamente veía anuncios en un feed de Facebook sobre grupos o aplicaciones para conseguir pareja. Al principio se reía, hasta que comenzó a indignarse y a cuestionarse qué pasaba, por qué estaba “mal visto” que una mujer decidiera, conscientemente, no salir con nadie y dedicar el tiempo a ella misma. Meses después de ignorar esta publicidad, Facebook empezó a sugerir sitios para encontrar pareja en websites para gays. Lo que para ella, significó, el colmo. 

Sentadas en un café, donde me relató esta situación, me aseguraba estar mejor que nunca. Dedicar tiempo para ella, sin sentir ansiedad por estar con alguien más o buscar una pareja por las razones erróneas, como terminar con la soledad, creyendo que la compañía de alguien es el antídoto. Cuando no necesariamente lo es. 

Muchas de estas decisiones, vienen de la presión que como mujeres experimentamos. Especialmente a una cierta edad, que el conservadurismo estereotipa como “edad casadera”, porque después de ésta ya “se te fue el tren”. Estas son ideas que tenemos internalizadas, que incluso nosotras mismas preguntamos.

Coincidí hace unos días en una reunión con una americana que estaba de visita en la Ciudad de México, en nuestra plática me dijo que tenía 39 años y que llevaba siete meses de novia con un canadiense de 50 años que había conocido en Puerto Escondido, Oaxaca. Mi siguiente pregunta fue si quería tener hijos. Ella, tomó un respiro, y me contestó que su tiempo había expirado y que aunque tuviera cierto interés en ser madre no estaba dispuesta en dejar a un lado su carrera como empresaria para dedicar el tiempo de calidad que se requiere para la crianza de un bebé.

A pesar de los ocho años de diferencia de edad entre nosotras, se sinceró al decir que su generación había vivido un contexto distinto, en el cual las mujeres no pueden trabajar y educar a un hijo al mismo tiempo. Y aunque esta idea ha cambiado, no es del todo cierta, pues el gran porcentaje de las tareas domésticas, incluida la crianza de los hijos, dependen de las mujeres. 

Es por ello que muchas tenemos que elegir entre proyectos de vida. Y cada postura y decisión es válida. Sin embargo, el cambio aún está en transición y comentarios machistas como “ya consiguete un novio pronto” se siguen escuchando, más de lo que nos gustaría. 

Por Valeria León (@valecah)

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