Desde el inmenso jardín recién podado, Javier discute con su padre sobre qué tipo de arreglo requieren las plantas. Él asegura que necesitan ser podadas y tiradas a la basura, mientras su papá dice que tienen más tiempo de vida. Esto sucede mientras su hermano menor graba la conversación y la sube a sus historias de Instagram con la leyenda: “Nos está afectando mucho la cuarentena”, refiriéndose a la discusión sobre qué cambios hay que hacerle a las plantas y flores ornamentales que adornan su amplio jardín.

Antes de la pandemia por el Covid-19, los viajes eran lo más presumiblemente ‘instagreamable’ pero en este 2020, el confinamiento nos ha arrojado a nuestros adentros. Desde los hogares se han evidenciado las brechas de desigualdad persistentes, pero también la falta de empatía y criterio para comprender el momento que estamos enfrentando.

“¡¡Gracias Covid!!”, leí en una historia de Instagram que acompañaba una fotografía del mar abierto desde una exclusiva casa de playa. Por insensato que parezca, la usuaria genuinamente agradecía la presencia de un virus que ha matado a millones en el mundo y que ha puesto a la humanidad en una de las peores crisis, por permitirle permanecer durante la cuarentena en su mansión con alberca.

El tiempo confinados en casa nos ha abierto las puertas a la intimidad, atestiguando cómo viven los usuarios a los que seguimos en Instagram, desde celebridades e influencers hasta develar cuestiones de nuestros propios conocidos que ignorábamos.

Personalmente, me ha sorprendido la desfachatez de muchos en estos tiempos de crisis, quienes parecen ignoran el sufrimiento de la mayoría.

Derivado de la ociosidad que le generó el no poder regresar a Los Cabos donde vive Isadora desde hace seis meses, la joven tuvo que confinarse en casa de sus padres en la Ciudad de México. Como la alberca, el gimnasio y espacio para fogatas que tiene la singular mansión no era suficiente para su diversión, la joven de 27 años creó un reality show con su familia, en el que se tenían que disfrazar de algún personaje famoso y hacer un show. Claro que la intención de este particular evento era trasmitirlo a través de su cuenta de Instagram. En sus videos de 15 segundos se podía observar a gente de servicio que se encargaba de cuidar la casa, prender la fogata para esta noche de talentos familiar y servirles vino a los miembros mientras disfrutaban del burbujeante jacuzzi al aire libre.

Después de tres semanas de dedicarse a organizar bailes que incluían pelucas y elaborados atuendos para los miembros de su familia confinados en su mansión, la joven pudo (por fin!) regresar a Los Cabos.

Pero ella no fue la única que presumió su encierro. En unas cuantas semanas mi feed de Instagram se llenó de posts que enaltecían el tiempo de confinamiento rodeados de lujos. Desde fotografías de botellas de vino con el mar de fondo o vistas a escenarios naturales con mensajes sarcásticos como “Odio la cuarentena”, videos capturados desde lujosos hogares como salas de boliche caseras pidiéndole a la gente que por favor se quedara en casa.

Esta irrisoria actitud generalizada se convirtió en tendencia, tanto que ya existe un término para estos comportamientos. La periodista británica, Marie-Claire Chappet, lo bautizó como smugsolation, que se forma de dos palabras en inglés ‘smug’ y ‘isolation’. Lo que el escritor español Carlos Megía tradujo al castellano como _”ostentafinamiento”_, que se explica como “el acto de confinarse a sí mismo durante una crisis global en una ubicación envidiable”.

Quizá debemos recordar más seguido que la romantización de la cuarentena es un privilegio de clase, y que la realidad es mucho menos romántica y más devastadora de lo que se presume en redes sociales carentes de sensibilidad ante el catastrófico escenario.

La pandemiaha sumado casi 10 millones de pobres más en México, esto quiere decir que  estas personas ya no cuentan con recursos suficientes para adquirir una canasta alimentaria y servicios básicos. Muchas de ellas pasaron de rentar un espacio a vivir en la calle y acudir a comedores comunitarios.

El estudio “Mortalidad por Covid-19 en México. Notas Preliminares para un Perfil Sociodemográfico”, reveló que los sectores más desprotegidos y pobres del país son los que han aportado más del 80 por ciento de las muertes por Covid-19.

Ante tal tragedia, la brecha de desigualdad ahora es más evidente y la falta de conciencia se hace presente en publicaciones que romantizan la cuarentena.

Los comentarios banales sobre las superficiales lecciones aprendidas de la cuarentena no abonan a la ya de por sí complicada realidad que el mundo enfrenta. Por el contrario, la obligada reflexión sobre la desproporcionalidad que existe en cómo vive cada quien su cuarentena y con qué comodidades se cuenta podría darnos la pauta de la realidad que vivimos.

La ostentación digital del confinamiento advierte la falta de empatía que el usuario tiene respecto a la crisis actual. ¿Y si en lugar de estar pensando como “instagramear” lujosas cuarentenas no te preguntas cómo puedes ayudar a quien menos tiene?

Creo que esta hubiese sido una mejor forma de ocuparse que el haber organizado un reality show familiar con disfraces para entretenerse durante el confinamiento.

Contacto:

Valeria León es reportera especializada en medios internacionales. Ha sido corresponsal de noticias para el canal turco TRT World, así como productora de documentales en Venezuela y para el canal chino CGTN.

Twitter: @valerialeony

Instagram: @valecah

Esta columna de opinión fue originalmente publicada en Forbes México.

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