Su entorno, marcado por la sed de justicia y de movilización, alimentó su interés por temas sobre ciencias sociales y activismo enfocado a causas indígenas.
Inmerso en comunidades indígenas de la sierra poblana, Eliel Sánchez creció en un lugar al que a veces sentía no pertenecer, pero del que adquirió no sólo una formación educativa, si no la punta de lanza para la investigación que ahora encabeza como estudiante del Doctorado en Ciencias Jurídicas (S.J.D.) en la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, en la que la identidad indígena es pieza clave para entender el racismo que se vive México, un tema poco comprendido y largamente ignorado del lado mexicano pero ampliamente estudiado del lado americano.
“Crecer en el pueblo (San Miguel Tzinacapan) no fue fácil”, confiesa Eliel “A veces me sentía ajeno por no haber nacido ahí, no puse mucho trabajo en entenderlo en ese momento, pero después todo cobró sentido”.
Sus padres –uno indígena y la otra mestiza– formaban parte de asociaciones civiles en derechos humanos y etnodesarrollo en la región. El objetivo de estas organizaciones, llamadas PRADE A.C. y Comisión Takachiualisrespectivamente, que crecieron en los ochenta y se fortalecieron en los noventa, era trabajar con pueblos indígenas para mejorar las condiciones de la zona, incluyendo la economía solidaria, el rescate de la tradición oral, construcción de granjas y cooperativas, entre otros proyectos.
“En mi casa siempre se habló de justicia social y de cómo existían malos tratos hacia los indígenas y qué se podía hacer para mejorar. Toda mi infancia y juventud temprana fue escuchar sobre detenciones arbitrarias y tortura por parte de la autoridad en voz de mi padre”, detalla Eliel en entrevista desde su casa en Massachusetts.
Su entorno, marcado por la sed de justicia y de movilización, alimentó su interés por temas sobre ciencias sociales y activismo enfocado a causas indígenas.
En 2010 se mudó a la capital poblana y, gracias al apoyo y aval de las organizaciones mencionadas, ganó la beca Pedro Arrupe para estudiantes indígenas con un 100 por ciento de cobertura en la colegiatura de la Universidad Iberoamericana, misma que cubría algunos gastos para comida y libros.
Durante la carrera de Derecho, el tema indígena era sistemáticamente ignorado. “Cuando se llegaba a tocar, no se trataba con importancia”, confiesa Eliel. “Era incómodo, porque yo crecí del otro lado. Escuchando la otra parte”.
Con la seguridad de saber que su futuro estaba en la academia y en las ciencias sociales, se aventuró a estudiar la maestría de Comunicación y Cambio Social en la misma institución poblana. Ahí, con un enfoque multidisciplinario, continuó inmiscuyéndose en temas relacionados con la ley, su materia prima.
Una pregunta rondaba por su mente: “¿Por qué el Estado hace lo que hace?”
La experiencia de sus padres y de amigos entrañables en la fundación e involucramiento con asociaciones de derechos humanos en comunidades indígenas fue su inspiración.
“¿Cómo una organización en un lugar híbrido, trata y defiende indígenas pero al mismo tiempo tiene que saber defenderlos en los tribunales, que no tienen nada de indígena?”
Lo que Eliel comenzó a investigar más a fondo es un reto del México actual. Las comunidades indígenas y las organizaciones que los representan deben entender, tanto las formas jurídicas de los pueblos, como el Derecho formal.
Su trabajo de campo lo realizó en el pueblo que lo vio crecer, lo que significó reencontrarse con su pasado, con lo bueno y malo de su niñez y adolescencia. Esa forma de reconciliación fue lo que le permitió seguir trabajando el tema.
Al percatarse que en México, la discusión sobre el racismo es muy emergente y los temas de mestizaje son poco abordados desde la “academia jurídica”, decidió aplicar a la Universidad de Harvard. Pero para un estudiante que no hablaba inglés, y tampoco conocía el proceso de aplicación, fue aún más difícil.
Entonces recurrió a Claudia Torres, mexicana quien en ese entonces cursaba el primer año del Doctorado en Harvard, y quien fundó el grupo llamado “Red Gradiente” para impulsar a más mexicanos a estudiar en Harvard y otras universidades prestigiosas en el extranjero.
A través de esta asociación, Eliel encontró una guía y asesoramiento para completar su aplicación y lograr la correcta estructura de los ensayos para ingresar a la reconocida casa de estudios.
Cada tres semanas, Eliel recibía asesorías para ajustar el tema que quería trabajar, en este caso la disociación del artículo dos de la Constitución mexicana y la vida de los indígenas de la sierra poblana.
Aunque la Constitución protege a los indígenas, en la práctica hay concesiones mineras e hidroeléctricas en poblaciones indígenas -en lo que ellos consideran territorios sagrados- que la Constitución estipula deben consultarse y no se hace.
Al ser admitido, Eliel pensó un paso más allá. No consideraba sólo terminar la maestría, sino un proyecto que se convirtiera en su investigación para el Doctorado. Para ello, trabajó intensamente de la mano de su asesor,Kenneth Mack, profesor afroamericano que se dedica a historia jurídica con enfoque en la teoría racial-crítica.
¿Cómo interactúan los pueblos indígenas con las leyes?, se preguntó para plantear su investigación. Lo que le llevó a abordar el tema desde la identidad de raza, con estudios sobre la crítica de políticas de identidad, apoyándose en autoras como Judith Butler y la teoría queer, los estudios de la raza como performance, que se puede alterar y cambiar.
“[Me centré en] la relación constitutiva entre lo índigena y el Derecho. No son sólo los indígenas peleando [para cambiar las normas], sino el Derecho ejerciendo fuerza para darle sustancia a la categoría indígena, lo que tiene consecuencias [pues] permite que hagas ciertos reclamos. Y al mismo tiempo, si el Derecho puede tener la capacidad de modificar las identidades raciales y sus límites, luego las identidades raciales no son esenciales ni concretas ni inamovibles”, detalla.
No todos los indígenas tienen la misma agenda política. Los movimientos sociales e indígenas tienden a ser considerados como homogéneos, cuando no lo son.
“El error de generalizar a grupos indígenas en México ha costado mucho, y en esencia proviene de no conocer cómo funciona el Derecho”, lapida Eliel.
Su investigación apela a dar un paso a través de una evaluación más seria del Derecho y cuestionar qué se está haciendo en la Ley hacia los pueblos, sin ser un juicio moral, sino medir el impacto concreto de las leyes en la vida de los pueblos indígenas, así como el uso estratégico que éstos hacen de las mismas en el día a día.
Actualmente, Eliel cursa su segundo año del Doctorado en Ciencias Jurídicas en Harvard, estudia el conjunto de normas relativas a pueblos indígenas en México desde la postura de los estudios legales críticos, y concluye que las evaluaciones académicas de las mismas se han hecho a la ligera por la tendencia que existe de simplificar tanto las identidades étnico-raciales como el rol del Derecho respecto a estas identidades.
Este artículo fue originalmente publicado en Forbes México en noviembre, 2020.
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