Hay dos tipos de personas, las que están acostumbradas ver ratas correr por las calles, banquetas, mercados y camellones. Y las que no saben que cohabitan con ellas.

Ambas posturas me sorprenden. La primera porque la mayoría de las veces utiliza el manoseado argumento de “Uy, y nos has vivido en París, ahí hay mucho más ratas”.

Ante este comentario, que lo he escuchado más de tres veces al tocar el tema de la plaga de ratas que invade la Ciudad de México, solo puedo pensar en un popular refrán: “Mal de muchos, consuelo de tontos”.

Por el contrario, la segunda postura me irrita un poco más. ¿Cómo puedes vivir en la CDMX y no saber que estás rodeado de ratas? Cuando la proporción de ratas por habitante es de diez a uno; esto quiere decir que 100 millones de ratas cohabitan en las calles ¡¡¡100 millones!!!

En 2010 la población de ratas era de 45 millones, lo que quiere decir que en tan solo ocho años se duplicó el número de roedores en la capital, de acuerdo con datos de la Semarnat.

Lo que antes no se veía hoy es la cotidianidad, desafían el territorio y la actividad humana matutina, las ratas han cambiado sus rutinas.

¿Cómo ignorar a una población millonaria de ratas? No se puede.

Convivimos con ellas a diario. Salen apresuradas de las amplias banquetas de Avenida Reforma para cruzar hacia otra jardinera, inmiscuyéndose entre las flores de colores recién plantadas.

Por ejemplo, durante el Ciclotón —que reúne a miles de personas en el circuito que confina Paseo de la Reforma— los dueños y dueñas de los perros salen a pasear con sus correas. La joven Miranda decide salir antes de las 11 de la mañana con su labrador color negro, quien apenas tiene dos años y mucha energía. Mientras ella platica con un conocido que se encontró en la calle, el perro comienza a jalar repentinamente hacia la jardinera, Miranda sin saber qué llamó la atención de su perro cede al jaloneo. Cuando se da cuenta de lo que perpetró tal suceso, Miranda actúa con naturalidad devolviendo la mirada a su amigo: “Ay, le encanta jugar con las ratas”.

Parece un escenario digno de película de ciencia ficción, pero desgraciadamente no lo es. Es real y creciente. Lo que antes no se veía hoy es la cotidianidad, desafían el territorio y la actividad humana matutina, las ratas han cambiado sus rutinas, deambulan de día en total libertad.

Las ratas se sienten en su territorio y podrían empezar a defenderlo.Javier Olvera, zoólogo de la UAM

En agosto pasado, se publicó un reportaje titulado: “Ratas de CDMX aprendieron a socializar. Paseantes las procuran y ellas no les temen”. No solo no les tienen miedo, sino que equiparan su presencia con la de las ardillas o las aves, e incluso se acercan a tomar fotografías como si de una atracción turística se tratara.

Javier Olvera, zoólogo de la UAM, alerta sobre el peligro que esto representa: “Las ratas se sienten en su territorio y podrían empezar a defenderlo”.

Las ratas reproducen aceleradamente. Se pueden reproducir hasta 13 veces al año, teniendo entre 10 y 15 ratas por camada. El tema de erradicar la plaga es prácticamente imposible, son demasiadas.

Los cables eléctricos y los ductos sufren cortos o de plano no funcionan porque las ratas los muerden o se los comen.

Cada vez es más común escuchar historias que antes parecían fantasía. Durante esta temporada de lluvias, una rata buscó resguardo de la tormenta en la caja de los cables del teléfono de casa de un compañero. Ahí mordisqueó la fibra óptica y él y varios vecinos se quedaron sin Internet por días.

La rata, como imagen de nuestra cotidianidad, está más presente que nunca.

* Este contenido fue originalmente publicado en el ‘HuffPost’ México.

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