Mientras en Estados Unidos son los hispanos los que sufren de discriminación para rentar una vivienda, en México son las mujeres solteras las que a menudo enfrentan el rechazo, como una forma más de discriminación en el mercado de bienes raíces que selecciona perfiles heteronormados. Si no cumples con estos perfiles simplemente no eres candidata a habitar un lugar como arrendataria.
Esto tuvo que enfrentar Laura Rojas, quien vivió un tiempo en casa de su abuela, cuando esta necesitaba su ayuda. Sin embargo, cuando su madre regresó de Ciudad del Carmen, de donde Laura es oriunda,ella decidió buscar un lugar propio para vivir.
La emoción de la independencia fue eclipsada por la peregrinación cargada de segregación que enfrentó por el simple hecho de ser una mujer joven soltera buscando un espacio para habitar.
El disgusto y enojo que suscitó esta situación la orilló a pedir ayuda de su abuela y su padre.
Su sorpresa fue que al comunicarse a los números que ofrecían espacios en renta, recibió constantes acepciones: “¡¿Cómo una mujer sola (sin esposo ni pareja) iba a poder habitar una propiedad!?”
En los primeros dos casos, no entendía por qué le brindaban información a medias, rápido y sin mucho interés. Pero después del noveno incidente sospechó que algo estaba mal, entonces optó por hacer un experimento:
“Pedí a mi cuñado que llamara por mí y el trato era de inmediato diferente. Mi estrategia con los departamentos posteriores fue que él hiciera la llamada inicial y yo darle seguimiento. Incluso así el trato era distinto cuando yo hablaba sola o pedía citas y avisaba que iría sola”, me relató.
El disgusto y enojo que suscitó esta situación la orilló a pedir ayuda de su abuela y su padre, quienes debieron formar parte del proceso de arrendamiento para que finalmente le dieran el “sí” y poder mudarse a un departamento sola.
“Al principio sí hubo desconfianza de que yo fuera habitarlo sola, pero ahora me respetan mucho al darse cuenta de que soy una inquilina responsable, que paga a tiempo, que resuelve problemas en forma y modo”, comenta.
La casa de Laura mi amiga tiene una magnífica sala que heredó de su abuela y retapizó de color negro. No me lo dijo, pero yo lo consideré un elogio a las mujeres de su familia en una estancia tan particular de convivencia como lo es la sala de estar.
Laura no es una joven mexicana común. A sus 28 años ha dirigido, durante casi una década, uno de los festivales de cine de género más reconocidos en el país; trabaja en una de las grandes editoriales de libros y en los últimos años ha incursionado en la producción de cortometrajes; ha recorrido más de 20 países y es una mujer autosuficiente. Sin embargo por no cumplir con las “expectativas sociales” de estar casada y con hijos fue víctima de discriminación.
En un país en donde solo se aceptan ciertos perfiles y formas de vida no es sorpresivo que la discriminación sea regla.
*Este contenido fue originalmente publicado en ‘HuffPost’ México.