“Retratar a una mujer alcohólica no se ve bien”, fue la sentencia que recibió la joven directora de cine, Natalia Beristáin en la búsqueda de financiamiento para su primer largometraje “No quiero Dormir Sola”, que retrata el encuentro de dos generaciones de mujeres.
El banal pretexto no fue un impedimento para Natalia, quien logró el galardón de Mejor Largometraje en el Festival Internacional de Cine de Morelia de 2012, en su debut como directora. “No conseguí financiamiento y la hice como pude”, reveló heroicamente Natalia.
La motivación detrás de las puertas cerradas para el financiamiento se alimenta de la reafirmación de estereotipos femeninos. Las historias, actualmente retratadas, resaltan a la mujer arquetípica, en la cocina, como madre, en el drama, entre otras percepciones que se han consolidado como modelos o perspectivas.
“Las mujeres en las telenovelas son protagonistas y los hombres destacan en el cine”, comentó la actriz Johanna Murillo.
A pesar de los avances en equidad de género, en el mundo cinematográfico los estereotipos reflejados en los guiones e historias dan cuenta de cómo no se ha logrado romper la figura femenina enclaustrada en la visión masculina del mundo.
Revisemos los casos en la historia de México.
“Santa” (1932), la primera película mexicana sonora, cuenta la historia de una bella mujer que al ser engañada por un hombre decide emplearse como trabajadora sexual. Posteriormente, las mujeres ocuparon un papel secundario en las cintas cinematográficas, como en la película “Salón México”, cinta que las coloca en un papel de abnegación.
Fue hasta la época del Cine de Oro mexicano, cuando María Félix acaparó la pantalla junto a Dolores del Río, debido a la belleza física que ambas proyectaban se establecieron altos parámetros estéticos. La dupla regresó la feminidad al papel protagónico en el cine y ésto llevó a realizar medidas extraordinarias para empezar a ganar terreno por otras mujeres. El caso más representativo fue el de la actriz veracruzana, Sara García Hidalgo, conocida como “La Abuela del cine mexicano ” quien después de romperse la mandíbula traspasó “los bellos rostros” que acaparaban este mercado.
Las películas mexicanas de las últimas décadas aún replican modelos arquetípicos de papeles femeninos. “Agua para Chocolate” (1948), por ejemplo, fue una película que rompió récords de ventas y retrata el rol de mujeres en la cocina.
¿Terreno plano?
Beristáin no hubiera logrado el galardón como mejor largometraje por su ópera prima si no hubiera sido por las mujeres que abrieron camino frente a las condiciones adversas en el cine, acaparado históricamente por hombres.
“No he sufrido un caso de discriminación (gracias a que) otras generaciones picaron piedra nos han dejado ‘planchadito el terreno. Un colchoncito más hecho sobre un discurso de género”, afirmó la cineasta.
Mimí Derba (1893-1953) fue la primera directora mujer y 20 años después apareció la segunda, Matilde Landeta, quien se vio obligada a crear su propia compañía cinematográfica para poder hacer películas y a pesar de la supuesta independencia que gozaba al ser su propia jefa, sufrió boicots durante el rodaje de las tres películas que filmó.
Podría parecer una situación ajena a nuestra época pero no lo es. Un hallazgo inquietante de la investigación The Gender Gap in Screen Time (La brecha de género en los tiempos de la pantalla) publicado en el New York Times reveló que los actores principales de las películas nominadas en los Óscar aparecieron en promedio 85 minutos en pantalla, mientras que las actrices principales promedian sólo 57 minutos.
Sólo el 14 por ciento de las producciones de Broadway de 2012 a 2013 han sido dirigidas por una mujer, de acuerdo con datos del estudio “Mujeres en Broadway”, publicado en el portal digital The Wrap.
Si bien el número de mujeres ha incrementado con los años dentro del mundo cinematográfico, en México los datos no son alentadores. En el ámbito de Dirección de fotografía, únicamente cinco mujeres mexicanas sobresalen (María José Secco, Daniela Ludrow, Celiana Cárdenas y Erika Liceo).
“Teniendo una sensibilidad diferente, ¿Por qué no hay más mujeres fotógrafas en el cine?”, cuestionó la actriz mexicana, Johanna Murillo. “Hay menos confianza para apoyar el proyecto de una mujer, es una tendencia que se ve. Supuestamente hemos avanzado pero sigue habiendo este tipo de escepticismo”.
El avance en igualdad de género aún no es una realidad. El terreno parcialmente aplanado, es todavía dominado por una mayoría masculina.
Artículo publicado originalmente en el sitio web Luchadoras.mx