Hay que decirlo fuerte y claro: las mujeres estamos hartas de tomar anticonceptivos y ser responsables de la planeación familiar. En cualquier forma y presentación, aún el más moderno método tiene contraindicaciones e impactos negativos en nuestro bienestar.

Debemos lidiar con efectos efectos secundarios, las consecuencias que experimentamos a diario por ingerir hormonas son muchas y muy incómodas. Desde dolores de cabeza, cambios de humor, náuseas, subir de peso y un gran etcétera dependiendo de cada cuerpo.

Lo que hace casi 70 años se consideró el evento más revolucionario del momento para la mujer, la creación de la pastilla anticonceptiva, ha terminado por anclarnos en la responsabilidad de cuidar no reproducirnos, como si esta responsabilidad tuviera que recaer solo en nosotras. Como si fuéramos las únicas responsables de la planificación familiar o de evitar “niños no deseados”. En 1967, seis millones de mujeres usaban la píldora de anticoncepción.(1)

Desde esa fecha hasta el momento, se han desarrollado múltiples opciones de anticoncepción para las mujeres, y para hombres aún permanece solo una: el condón. Y muchos hombres todavía se dan en lujo de decir “a mí no me gustan los condones”.

¿Por qué tiene que recaer la responsabilidad en nosotras?

Como mujer, claro que puedes decir que no te caen bien las pastillas anticonceptivas porque tienen efectos secundarios que te hacen sentir mal, pero entonces tienes más de cinco opciones para probar.

Los hombres y el condón

En cambio, la única opción que los hombres tienen la desechan. Y entonces viene la serie de pretextos huecos como “no se siente lo mismo con condón”.

¿Han pensado que el condón es el único método anticonceptivo que además previene de enfermedades de transmisión sexual?

Una vez salí con un tipo que me dijo tajantemente: “Yo no uso condones”. Le pregunté entonces, ” ¿cómo te cuidas?”

Y él muy seguro de sí mismo me respondió: “Me hago exámenes cada seis meses”.

La falta de información y cultura de prevención prevalece y esto es un ejemplo de ello.

La forma en la que una pareja estable debe cuidarse para no tener hijos en un momento que no los estén buscando es una decisión de dos, esto parece no quedar claro en los hombres. Muchos de ellos sienten que participan en esta decisión “ayudando” a su pareja a elegir el método anticonceptivo que mejor le parezca.

Casi queda implícito que cuando estás en una relación de pareja estable el condón simplemente no es opción, queda descartado porque “rompe con la dinámica del momento”. El problema es que si no es el condón ¿qué otro método puede usar un hombre?

Ninguno.

Que ellas se encarguen

En las últimas décadas, las grandes farmacéuticas han desarrollado parches, pastillas, anillos, DIU, y un largo etcétera, sin que se dediquen a crear un anticonceptivo para hombres, restándole responsabilidad en la planificación familiar.

Apenas el año pasado se anunció el desarrollo de un gel de anticoncepción para hombres sin embargo, este gel estará disponible en el mercado ¡en cuatro años!

De acuerdo con algunos científicos, la anticoncepción masculina es más difícil de controlar que la anticoncepción femenina, ya que en las mujeres funciona suprimiendo la generación de óvulos en los ovarios, mientras que en el sistema reproductor masculino se requiere detener la producción de espermas, lo cual es más complicado, pero no imposible. Los estudios no son concluyentes y algunos más recientes, como el publicado por el Libro de Endocrinología y Metabolismo en 2016, encontró un 96% de efectividad en los métodos anticonceptivos para hombres.

No es sorprendente que los tres anticonceptivos más usados en el mundosean femeninos: (esterilización, el DIU y la píldora) hasta el cuarto aparece el condón masculino.

ALAMY
No es sorprendente que los tres anticonceptivos más usados en el mundo sean femeninos: esterilización, el DIU (en la imagen) y la píldora.

La T de cobre o Dispositivo Intrauterino es el segundo más usado en el mundo, después de la esterilización (que es definitiva). Este método no involucra el uso de hormonas, al menos no en su versión original. Sin embargo, muchas mujeres que han optado por ponérselo han reportaron dolores menstruales muy fuertes y en algunos casos encarnamiento del dispositivo.

Josie Barrios, de 30 años, por ejemplo, utilizó este método por cinco años, pero por recomendación del médico tuvo que cambiarlo y optó por la versión moderna del DIU, la más conocida se llama “Mirena”. Funciona prácticamente de la misma manera pero esta sí suministra una dosis de hormonas diariamente, además del método de barrera que te introducen por la vagina hasta las trompas de Falopio.

La publicidad que utiliza Mirena para vender su dispositivo moderno es “para las mamás ocupadas” (for busy moms). Ni siquiera menciona a la pareja, nuevamente el mensaje es “la responsabilidad de la planificación familiar es de ELLAS”. En realidad lo que “vende” u ofrece Mirena es que no tengas que recordar todos los días tomarte una pastilla, o cambiarte cada tres semanas el parche anticonceptivo o el anillo. Ya que Mirena lo hace por ti de manera automática.

El día que le pusieron este moderno dispositivo, Josie no pudo ir a trabajar. Los dolores y los síntomas hormonales la obligaron a detenerse en el coche por la mañana camino a su trabajo para vomitar y finalmente regresar a su cama a reposar. Su esposo la vio llorando y quejándose durante horas.

“Los síntomas no es nada comparado con el riesgo que tienes lo que te pueda pasar”, me platica agobiada, “te hacen firmar una carta responsiva en la que admites estar enterada del riesgo que existe con este método, se puede perder en el útero y te puede perforar y es operación de emergencia. Son muchos los riesgos y todo por no embarazarnos…”

Conozco a otras personas que les va bien con este método, pero más allá de esta opción en particular, lo que me interesa es que cuestionemos quién tiene en sus hombros la responsabilidad de la reproducción no planeada.

A ninguna mujer le gusta meterse hormonas a su cuerpo, no es algo placentero y médicamente no es lo más recomendable, si es que no estás dentro de un tratamiento que lo requiera. Se han comprobado los efectos depresivos y, sin embargo, hay poca conciencia en los hombres de lo que esto significa para una mujer.

¿Por qué tiene que recaer la responsabilidad en nosotras? No solo es injusto sino discriminatorio y refleja un pensamiento retrógrada que tiene que cambiar ¡ya!

(1) TALESE, Gay. Thy Neighbor’s Wife. 1980.

* Este contenido fue originalmente publicado en el HuffPost México.

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