Un día Mara recibió una llamada por teléfono de una amiga quien le advertía alarmada: “ Hay un video tuyo teniendo relaciones sexuales en YouTube”. Ella no lo podía creer hasta que lo constató con un clic. Su exnovio era el único que había tenido acceso a ese video y ahora estaba disponible para quien quisiera verlo sin restricción.
Este fenómeno conocido como “el porno de la venganza” es desgraciadamente cada vez más común y las mujeres son las que se encuentran más vulnerables ante ello. Una encuesta realizada el año pasado en la que participaron casi 500 personas de todo mundo, identificó a la mujer como la más expuesta a sufrir este tipo de acciones.
La abogada Carrie Goldberg, defensora de víctimas a quienes su privacidad ha sido violada por el uso de la tecnología, explicó que hay muchas personas que se ven involucradas en “el porno de la venganza”, no sólo exnovios dolidos por la ruptura. Lo que refiere Goldberg pueden ser casos de hackeo como lo que sucedió en 2014 con las imágenes eróticas de Jennifer Lawrence, sin que la actriz diera su consentimiento para ello. Violencia sexual o “porno de la venganza”, cuestión de términos y metodologías, pero el tema de la actriz estadounidense lo grafica de una manera contundente.
Naturalmente, este no es el único caso de figuras públicas: también están Noemi Campbell, Barry Spurr, Gina Rinehart, el político David Campbell, Michael Douglas, Lara Bingle, la princesa Carolina of Monaco y Hulk Hogan, quienes han pedido en tribunales, algunos con más éxito que otros, que protejan su privacidad. Aunque en algunos casos no son específicamente víctimas directas del “porno de la venganza”, sí son víctimas de exposición involuntaria en la red y de las lagunas legales a este respecto.
Los perpetradores de este delito muchas veces no lo hacen movidos precisamente por la venganza (como el término lo indica); lo hacen por diversión , por gratificación sexual y pueden incluso hacerlo no para molestar a las víctimas, sino por el mero deseo de publicar este contenido en la red.
Es por ello que las investigadoras Clare McGlynn y Ericka Rackley, quienes se han dedicado a estudiar este tema y lo enriquecen con los términos de “abuso sexual a base de imágenes” o “pornografía no consensuada”, advierten que las leyes y la política pública deben centrarse más en los daños causados a la víctima más que a las motivaciones de los perpetradores de estos actos.
El debate legal sobre este tema se centra en si criminalizar o no este tipo de conductas realmente resolverá el problema. Algunos especialistas opinan que esto podría ayudar a ir moldeando positivamente las actitudes de las personas para evitar que el problema suceda o al menos reducir su incidencia.
En Estados Unidos van 27 estados que han aprobado leyes que tipifican el “porno de la venganza” como un delito, acto que se describe como la acción de compartir imágenes o videos con contenido sexual sin el consentimiento de la persona en cuestión. De los 27 estados de EEUU, es Illinois el que tiene la legislación más fuerte en esta materia (entró en vigor el pasado mes de junio).
En la opinión de Erica Johnstone, cofundadora de la asociación “Sin mi consentimiento” , no es necesario que se apruebe una ley específica para castigar este problema. Ella argumenta que “ hay muchas otras leyes vigentes que pueden ser utilizadas por la sociedad civil, que van desde invasión a la privacidad, hasta el abuso emocional y el acoso”.
Mientras el debate prosigue, “el porno de la venganza” muta y se convierte en un fenómeno cada vez más común sin que aún haya un consenso de cómo erradicarlo.