Los infieles se encuentran en una búsqueda constante de compromiso y apego. No la encuentran en una sola pareja y por ello optan por la poligamia. Esta decisión no se da de manera consciente, pero sí natural, y es que la estructura cerebral define cuántos receptores de la fidelidad tiene cada persona.

Este es el resultado que arrojó la más reciente investigación del Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en México, en la que se detalla que el 95 por ciento de las especies son polígamas, lo que favorece la diversidad genética. Mientras que el 5 por ciento que es monógama permite un mayor compromiso con la pareja y, por tanto, el mejor cuidado de las crías.

Sin importar si somos polígamos o monógamos, el 100 por ciento de los humanos hemos estado enamorados alguna vez en nuestra vida. El amor romántico actúa como una droga, generando una cierta adicción. Cuando una persona está enamorada muestra la misma actividad cerebral que con una droga dura, de acuerdo con Helen Fisher, la autora de singulares libros betsellers de amor y relaciones.

Los resultados de una muestra de 2 mil encuestas y 70 entrevistas señalan que la fidelidad existe con algunas variaciones en todas las relaciones a través de una exclusividad sexual o emocional. La autora de este estudio llamado “Sexo, Amor y Fidelidad” argumenta que “la exclusividad puede no ser necesaria en todas las relaciones románticas, pero el que la persona se sienta especial es la clave”.

La exclusividad puede no ser necesaria, pero la felicidad sí lo es.

Dime qué cerebro tienes y te diré qué tan infiel eres

La infidelidad está determinada por la estructura cerebral de cada persona. La división es categórica: masculino y femenino, pero no necesariamente una mujer tiene cerebro femenino o un hombre masculino. Pueden darse casos (y se dan) en los que un hombre tenga un cerebro más femenino que masculino o viceversa. Sin embargo, lo que va a determinar el grado de fidelidad y compromiso con una pareja es el tipo de cerebro y las hormonas que secreta.

La investigadora Adriana Morales, del Área de Neurociencias del Departamento de Biología de la Reproducción de la mexicana Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, lo explica de la siguiente manera:

“En el caso del cerebro masculino predomina la inclinación hacia el sexo, y en el caso del femenino hacia el compromiso. Hablando de monogamia y poligamia, las mujeres definitivamente son menos infieles, no porque no quieran, sino porque simplemente podrían copular y embarazarse. Traer un hijo no es nada más comprar una muñequita; se adquieren responsabilidades”.

Qué tan monógamo puedes ser está determinado por una hormona. En el caso de la mujer es la oxitocina, mientras que en el hombre se llama vasopresina. Dependiendo de qué tanto tienes de cada receptor es lo que va a predominar en una conducta fiel o infiel.

La oxitocina es la hormona que está presente cuando una madre amamanta a un niño; también se encuentra en la eyaculación durante una relación sexual. Esta hormona desencadena un compromiso, ya que hace sentir a la persona un cierto apego. Armando Ferreira, profesor en Ciencias Biológicas y experto en sexualidad, detalla que la oxitocina produce placer y entonces sentimos el apego, porque la pareja nos produce un placer muy diferente a otro tipo y eso nos genera vínculos.

“Esa situación es la que permite suponer que quizá los individuos que tienden a ser monógamos, al tener más receptores de ese tipo, cuando tienen la relación sexual probablemente sientan más placer que los que son infieles”, apunta el académico de la UAM.

Oxitocina y apego… parte de las claves del placer.

Practicar la fidelidad

Existen posturas contrarias a lo que señala la ciencia. Una persona no necesariamente tiene que estar predeterminada a ser infiel, sino que la fidelidad tiene que ver con un cambio de hábitos.

En su más reciente libro “Fidelidad: ¿Cómo crear relaciones amorosas que duren?”, el monje budista y activista vietnamés Thich Nhat Hanh señala que la fidelidad se da a base de practicarla constantemente.

En esta misma línea se encuentran Caitlin Seery y Cassandra Hough, quienes hace casi una década formaron la organización de Fidelidad y Amor, con el objetivo de incentivar a los jóvenes universitarios a tener relaciones basadas en la integridad sexual, matrimonio y familia. Esta asociación se formó en 2007 en la Universidad de Princetone, y en los últimos seis años se han integrado 23 diferentes campus universitarios norteamericanos.

En Estados Unidos se estima que un 60 por ciento de las personas casadas han sido infieles en algún punto. De dos a tres por ciento de los niños nortamericanos son producto de una relación infiel.

 

Artículo publicado originalmente en Univisión. 

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