Como casi cualquier niño de 10 años en México, Diego Andrade soñaba con ser futbolista profesional. Su primer encuentro con el balompié estuvo a cargo de su abuelo paterno, quien le enseñó a jugar futbol desde temprana edad.
Jugó en todas las posiciones y en decenas de ligas infantiles; este deporte se convirtió en una escuela paralela a la educación formal que le enseñó a trabajar en equipo y a tolerar la frustración.
Era el futbol el que unía a estas dos generaciones, al niño de primaria y al abuelo de la tercera edad. Juntos pasaban las tardes de domingo viendo partidos de futbol y gritando frente al televisor. Y es que este deporte en la niñez tiene, muchas veces, un papel muy especial.
El escritor español, Javier Marías define al futbol como “la recuperación semanal de la infancia”. Sin importar la edad, el aficionado se remonta al momento en el pateó por primera vez un balón.
El sueño por ser futbolista, pronto se convierte en una obsesión, y en México, el sistema educativo no favorece el cumplimiento de un deportista de alto rendimiento. El debut de alguien en Primera División no depende de su talento en la cancha, depende de cuánto dinero puede pagar a su “apadrinado”, quien será el encargado de asegurar que el entrenador lo elija para jugar el Primera “A” con una cuota previamente saldada.
El sueño por ser futbolista, pronto se convierte en una obsesión, y en México, el sistema educativo no favorece el cumplimiento de un deportista de alto rendimiento.
No es sorpresivo que en México el sistema corrupto sea el que defina el sueño de una pasión que involucra múltiples sacrificios para quien decide seguir ese camino. A menudo, tienen que dejar la escuela y a sus familias para irse varios años a entrenar a otros estados, para que al final regresen sin haber debutado y con años de carrera perdidos, sueños incumplidos y autoestima magullada.
Para un niño, el futbol es lo principal a seguir. No solo por ser el deporte que más impulso mediático recibe, sino por los arquetipos que replica en sus jugadores y con los que identifica como patrones a seguir. El héroe, el villano, el salvador, ¿quién eres tú?
Para Diego, su ejemplo a seguir siempre fue el exjugador catalán y ahora director técnico, Pep Guardiola, a quien considera “el filósofo del futbol”, porque es alguien que tiene otros intereses además del juego.
Al igual que a Guardiola, a Diego le interesó algo más que el futbol: estudiar, leer y, sobre todo, la filosofía. Aunque nunca dejó de jugar, la filosofía se convirtió en la forma como él interpretaba el mundo, sin embargo, encontró una disociación entre sus dos pasiones. El futbol en México se observa alejado de la intelectualidad.
La idea de ser un futbolista ignorante, que apenas puede gesticular para dar una entrevista, se replica. La intelectualidad en México es elitista y el futbol se considera para “pobres mentales”.
Un grupo de amigos, que era parte de la selección de futbol universitaria, decidió terminar con esta disociación y ofrecer una visión del balompié que reconciliara la intelectualidad con el deporte, a través de analizar distintos aspectos culturales y sociales a partir del futbol.
Este grupo de jóvenes universitarios se arriesgó a emprender un proyecto periodístico que pretende ofrecer una narrativa sobre la cultura para conocer y pensar el mundo a través del futbol. Creen firmemente en que el futbol te puede dar más respuestas de las que crees… y probablemente tengan razón.
No solo nos gustaba el futbol o seguir los goles de Messi, sino otras historias.Diego Andrade
“No solo nos gustaba el futbol o seguir los goles de Messi”, relata Diego, “sino otras historias, como los equipos que representaban posturas políticas o las grandes historias escondidas detrás de cada jugador”.
Así nació Apuntes de Rabona, un medio pionero en México que busca migrar hacia un periodismo deportivo para entender no silo el juego como tal, sino el deporte desde una perspectiva más amplia, algo que en México no figuraba anteriormente.
“El periodismo deportivo en México está a la par del de espectáculos, socialmente no contribuye en nada”, increpa Diego, director editorial de este medio, “más allá de ver a cuatro tipos discutiendo del partido que ya viste. Nosotros te queremos hablar de lo que no has visto”.
Desde el 2017, la periodista Marion Reimers, una de las pocas voces femeninas que destacan en el periodismo deportivo, se unió a Apuntes de Rabona. Atacar al misoginia desde el deporte es una de las premisas de este innovador medio.
Siguiendo con el objetivo de proponer algo distinto en el ya gastado tema del futbol, Apuntes de Rabona lanzó la segunda edición del Festival Futbol Cine, evento que busca ofrecer un espacio de interacción para los amantes -y escépticos- de este deporte.
Con 11 películas y 8 cortometrajes en 5 sedes distintas, la cartelera es tan diversa como los gustos de las audiencias. Bajo la premisa que el futbol es democrático y que quien quiera lo puede jugar, se eligieron tanto películas de nicho como películas comerciales. Desde Atlético San Pancho -que cuenta la historia de unos niños que forman su equipo en un pueblo mexicano- hasta documentales como Diamantes Negros, que relata la trata de personas en África.
El Festival Futbol Cine es el esfuerzo por unir dos pasiones, el futbol y el séptimo arte, una invitación para mirar de forma distinta el juego que mueve al mundo: el futbol.
* Este contenido fue originalmente publicado en el HuffPost México