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May 2018

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La asociación de empresarios Zhonghua, la más grande de empresarios chinos en México, sostiene su reunión anual, en la que invitan únicamente a unas cuantas personas que no hablan mandarín. Por lo que lo que esta se desarrolla principalmente en el idioma hablado por más personas en el mundo (y el más complicado de entender y aprender). En este evento no hay forma de entablar una conversación si no sabes mandarín. Sentirte excluido por el idioma en tu propio país es una sensación complicada, comienzas por tener un diálogo interno imaginando lo que le dirías al chino que está junto a ti. Aunque, tampoco estás tan desesperado como para hablar en señas pero quieres comunicarte de alguna forma. Lo primero es observar hasta que algo te parezca familiar y entonces poder conectar. De todo lo que observé (que poco entendí) lo más familiar fue el lenguaje emoji que los chinos…

Para vivir de forma sustentable no basta con solo desearlo. Sofía y Pepe conforman un matrimonio joven, ninguno de los dos alcanza los 30 años. Recién casados se mudaron a vivir a una amplia casa con jardín en la Ciudad de México, pero no fue suficiente. Al poco tiempo se dieron cuenta que la ciudad no ofrecía la calidad necesaria para vivir sanamente. Los altos índices de contaminación tienen graves consecuencias en la salud de las personas que ahí habitan. “Esto no es vida”, expresó un día Sofía, convencida de abandonar la capital. Corre el primer mes del 2017 y en la Ciudad de México ya se registró la primera contingencia ambiental. El gobierno recomendó a niños y mujeres embarazadas no hacer actividades al aire libre, permanecer en espacios interiores, no salir. En mayo de 2016 la zona metropolitana registró un nuevo margen histórico de contaminación por concentración de ozono,…

Conocí a Guillermo Rodríguez en 2015 cuando abrió su cuarto centro de rehabilitación en Culiacán, Sinaloa. Ayudar a drogadictos a recuperarse fue la mejor forma que encontró para sanar los años de dependencia que tuvo al cristal y a la cocaína, entre otras drogas. Siempre está sonriendo y apurado, tiene un tono particular de dirigirse a la gente. Aunque es muy cariñoso a menudo habla como si diera órdenes. Tiene más de 100 personas a su cargo, divididas entre los cuatro centros que tiene. Esta responsabilidad ha terminado por dejarlo pelón, bromea. “Desde los 12 años consumo droga, eso me hace sensible para tratar a las personas que llegan de una manera más asertiva. Sé por lo que están pasando”, afirma sin titubeos, “he sido muy afortunado porque puedo tener centros y profesionales de la salud para darles un tratamiento sin costo. Cuando llegan adolescentes llegan porque no tienen dinero”.…

Hay que decirlo fuerte y claro: las mujeres estamos hartas de tomar anticonceptivos y ser responsables de la planeación familiar. En cualquier forma y presentación, aún el más moderno método tiene contraindicaciones e impactos negativos en nuestro bienestar. Debemos lidiar con efectos efectos secundarios, las consecuencias que experimentamos a diario por ingerir hormonas son muchas y muy incómodas. Desde dolores de cabeza, cambios de humor, náuseas, subir de peso y un gran etcétera dependiendo de cada cuerpo. Lo que hace casi 70 años se consideró el evento más revolucionario del momento para la mujer, la creación de la pastilla anticonceptiva, ha terminado por anclarnos en la responsabilidad de cuidar no reproducirnos, como si esta responsabilidad tuviera que recaer solo en nosotras. Como si fuéramos las únicas responsables de la planificación familiar o de evitar “niños no deseados”. En 1967, seis millones de mujeres usaban la píldora de anticoncepción.(1) Desde esa…

Para Lily Mi abuela paterna vivió en Estados Unidos casi toda su vida y aunque venía a México tres meses al año y se instalaba en una larga vacación, la mayor parte de mi comunicación con ella transcurrió vía correo. Cartas de una o dos páginas escritas a mano que se leían como una conversación de café, a menudo con consejos y regaños. Ella siempre prefirió la letra manuscrita, que en ocasiones era difícil de entender. Escogía papeles de diferentes tamaños y con curiosos diseños, marcos de animales y estampas fosforecentes. Podía pasar uno o dos meses sin que yo recibiera una carta de mi abuela porque ese era el tiempo que en los noventa tardaba en entregar una carta de Prescott, Arizona, a la Ciudad de México. Pero cuando finalmente llegaba, siempre esperaba sentarme en un lugar silencioso en la casa para empezar a leerla. Era como gozar de…

Mi primer novio lo tuve cuando cumplí 17 años, fuimos a Cocoyoc a celebrar algún puente con un grupo de amigos y amigas. Tras una discusión, esperó que todos se metieran a la casa para aventarme a la alberca e intentar ahogarme. Primero me cayó encima, para después sujetarme por el cuello y someterme dentro del agua hasta que no pudiera respirar. Me dejaba sacar la cabeza fuera del agua solo para gritarme amenazas. Nunca pensé morir ahí, recuerdo que me repetía: “No le voy a dar el lujo a este imbécil”. Entonces, la siguiente vez que sacó mi cabeza del agua para amenazarme grité muy fuerte para que alguien dentro de la casa escuchara y viniera a detenerlo. Uno de sus amigos, que no estaba dormido o bañándose, bajó al jardín y vio lo que estaba pasando. Nos separó y le reclamó por lo que estaba haciendo. A lo…

Para recuperar el equipo fotográfico que le robaron en el ataque durante la gira de la precandidata indígena Marichuy en Michoacán, mi querida amiga periodista Daliri Oropeza organizó un trueque de ropa y accesorios en el “Mercadillo de Pulgas” al que me invitó y el resultado fue revelador. Un espacio de sororidad para compartir la tarde, la ropa y los saberes en La terraza del Pulquito, en San Andrés Cholula. Los encargados de este sitio son dos hermanos que se llaman Hugo (sí, los dos tienen el mismo nombre). Entre los Hugos y la novia de uno de ellos, la española Clara, atienden a los clientes, ven la organización del lugar, sirven los tragos y agendan los próximos eventos. El pulque, proveniente de Tlaxcala (uno de los mejores que he probado), lo trae el papá de los hermanos, quien también se llama Hugo. Desde el flanco derecho de esta amplia…

Cuando Fiona** tenía diez años le preguntaba a su mamá para qué servían las toallas femeninas, como respuesta era ignorada. Cuando se percató que este cuestionamiento incomodaba a su madre lo hacía más seguido, nunca recibió ningún tipo de explicación acerca de la regla básica de educación sexual para cualquier mujer: ¿qué debo saber sobre mi periodo? ¿Cómo funciona? A pesar de ser la más chica de tres hermanas, el conservadurismo de su casa nunca cedió a ningún tipo de apertura sexual para comentar el tema. Ellas tuvieron que averiguarlo solas. Cuando Fiona tenía 21 años fue al ginecólogo acompañada por su madre. Cuando ingresó al consultorio el doctor le preguntó si se sentía cómoda con que su madre entrara, ella no tuvo objeción y ambas ingresaron al cuarto de consulta. Como parte del protocolo médico, el doctor le preguntó a Fiona si tenía relaciones sexuales y ella tranquilamente contestó…

Las experiencias que he escuchado de amigas que han abortado son liberadoras. Es cada vez más común compartir este tipo de vivencias y hablar abiertamente del tema, porque el estigma del aborto en México poco a poco comienza a sacudirse la satanización que culturalmente se le ha construido. La idea de una mujer que ha decidido voluntariamente interrumpir su embarazo está endemoniada en México. Por ello, durante años las mujeres se han callado sus historias por miedo a sentirse relegadas y juzgadas por una sociedad que no entiende que el aborto les ha salvado de una vida que las condena por siempre a hacer algo que no desean hacer. Hoy las mujeres se empoderan al no tener que obligarse a truncar su vida por tener un hijo que no quieren tener y hablan de ello. “Imagínate, ahorita tendría un hijo de 11 años de un hombre a quien repudio”, me…

Es una queja constante de los extranjeros que llegan a vivir al país y conviven con mexicanos: “No saben decir que no”.  Lo han vivido tantas veces que ya lo consideran una costumbre en México: “Te van a decir que sí pero nunca lo van a hacer”. Un español a quien llamaré Íñigo, y que llegó a vivir a México por segunda vez -la primera fue en 2015- dice que el hábito de no saber decir que no es una actitud que denota la “doble de moral” de esta sociedad. “Desde que llegué a México me han dicho que soy un grosero, simplemente porque sé decir las cosas directamente y no me ando con rodeos”, me relata el originario de Bilbao. Aunque Íñigo es un hombre decente la forma como se expresa es a menudo recibida como un acto ofensivo, simplemente porque no está acostumbrado a decir “por favor” o…