Pablo Casaubon recibe mi llamada telefónica cuando está por entrar al Teatro Sheldonian de la Universidad de Oxford. En su graduación del MBA viste un smoking, al igual que sus compañeros provenientes de 62 diferentes países. El teatro, en donde se lleva a cabo la ceremonia, fue construido hace más de tres siglos, y su majestuosa arquitectura intimida a cualquiera que lo mira por primera vez. Todos los presentes se ponen de pie para recibir a los a los recién egresados, el sonido grave del órgano se opaca con la ola de aplausos que reciben los graduados quienes ingresan al salón en fila. “Cuando te dan la noticia de que has sido aceptado en Oxford te entra el síndrome del Impostor”, relata el recién graduado al contestar mi llamada telefónica, “dudas si eres lo suficientemente bueno para estar ahí, incluso te preguntas ¿Por qué estoy aquí? ¿Habrá sido suerte?” Sin…
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