Hace dos años decidí dejar de beber alcohol y nunca me imaginé que lo más difícil sería lidiar con la cantidad de explicaciones que la gente pide cuando rechazas una copa de vino o un coctel: “No bebo alcohol, gracias”. La primera cita que tuve cuando decidí dejar de beber fue un miércoles. El chico en cuestión me invitó al bar Baltra en la Condesa, cuando llegamos el mesero nos dio la carta y él me preguntó: “¿Qué vas a tomar?” “Una limonada”, respondí. “¿Cómo?, ¿no vas a tomar alcohol?”, exclamó entre preocupado y sorprendido. “No bebo, gracias”. Él no podía creerlo, parecía como si toda la idea de una cita conmigo se hubiera venido abajo. Se quedó literalmente sin palabras y muy confundido. “Entonces yo no voy a tomar”, externó nervioso. “Tú puedes hacer lo que quieras”, respondí augurando la tensión que su postura desataría. Como este tipo, me…
Archive